La Fe.

Fe


Se ha demostrado que una fuerte duda (en detrimento nuestro) o una creencia o fe sólida (para bien nuestro) puede incluso ser un agente de cambio biológico. Tómese el ejemplo del "señor Wright", cuyo caso se resumió en un artículo publicado en The New York Times:

En 1957, le dijeron que tenía cáncer y que sólo le quedaban algunos días de vida. Mientras estaba hospitalizado en Long Beach, California, con tumores del tamaño de naranjas, escuchó que unos científicos habían descubierto un suero de caballo, Krebiozen, que parecía ser eficaz contra el cáncer. Imploró que se lo dieran. Su médico, el doctor Philip West, finalmente aceptó y le aplicó al señor Wright una inyección un viernes por la tarde. El lunes siguiente, el médico, asombrado, encontró que su paciente ya no agonizaba y más bien bromeaba con las enfermeras. Los tumores, escribió más tarde el médico, "se habían derretido como bolas de nieve encima de una estufa caliente". Dos meses después, el señor Wright leyó unos informes médicos que decían que el suero de caballo era un remedio de charlatanes. Inmediatamente recayó. "No crea lo que dice la prensa", le dijo el médico, y le inyectó lo que supuestamente era una versión "nueva, supe refinada y reforzada" del medicamento. De he­cho, no era más que agua, pero una vez más los tumores desaparecieron. El señor Wright se convirtió en "la imagen misma de la buena salud" durante otros dos meses... hasta que leyó un informe definitivo que decía que el Krebiozen no servía para nada. Dos días después murió.

El artículo luego decía: "Los médicos que conocen la historia la con­sideran tan sólo como uno de esos extraños casos que la medicina no es capaz de explicar. La idea de que las creencias de un paciente pueden hacer que desaparezca una enfermedad fatal es difícil de creer. Pero ahora los científicos, a medida que aprenden que el efecto placebo es aun más poderoso de lo que nadie había podido demostrar, también están comenzando a descubrir los mecanismos biológicos que hacen que se logren resultados que lindan con lo milagroso. Al usar nuevas técnicas de imaginería cerebral, han descubierto toda una serie de mecanismos biológicos que pueden convertir un pensamiento, una creencia o un deseo en un agente de cambio que afecta a células, tejidos y órganos. Están aprendiendo que una gran parte de la percepción humana se basa, no en la información que fluye al cerebro desde el mundo externo, sino en lo que el cerebro, basado en experiencias previas, espera que suceda".

Podría decirse que, en el caso del señor Wright, la duda produjo mala salud y su eventual fallecimiento, mientras que la creencia lo condujo a la sanación y la vida. En palabras sencillas, nuestras expectativas con respecto a nosotros mismos muchas veces predicen nuestro éxito.

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