Reflexion 27
27
Hu-Ssong llevó a sus discípulos a una habitación oscura.
-¿Qué ven? -les preguntó.
-Nada, maestro -le respondieron ellos-. La oscuridad es absoluta y no nos deja ver.
Hu-Ssong dio una palmada y se encendieron al mismo tiempo mil lámparas de intensa luz.
-¿Qué ven ahora? -les preguntó otra vez.
-Nada, tampoco -dijeron los discípulos-.
-¿Qué ven? -les preguntó.
-Nada, maestro -le respondieron ellos-. La oscuridad es absoluta y no nos deja ver.
Hu-Ssong dio una palmada y se encendieron al mismo tiempo mil lámparas de intensa luz.
-¿Qué ven ahora? -les preguntó otra vez.
-Nada, tampoco -dijeron los discípulos-.
Esta luz cegadora nos impide abrir los ojos para ver.
-Aprendan, pues -les enseñó Hu-Ssong-, que ni en la luz absoluta ni en la completa oscuridad el hombre puede ver. Por eso estamos hechos de luces y de sombras, para podernos ver los unos a los otros. Ay de aquél que no perdone la oscuridad que hay en el alma de su hermano, pues no lo podrá ver, y estará solo. Y ay de aquél que no busque poner luces en su oscuridad, pues a sí mismo se perderá también.
Así dijo Hu-Ssong. Y concluyó: -Estamos hechos de sombras. ¿Dónde mejor que en nosotros puede brillar la luz?
-Aprendan, pues -les enseñó Hu-Ssong-, que ni en la luz absoluta ni en la completa oscuridad el hombre puede ver. Por eso estamos hechos de luces y de sombras, para podernos ver los unos a los otros. Ay de aquél que no perdone la oscuridad que hay en el alma de su hermano, pues no lo podrá ver, y estará solo. Y ay de aquél que no busque poner luces en su oscuridad, pues a sí mismo se perderá también.
Así dijo Hu-Ssong. Y concluyó: -Estamos hechos de sombras. ¿Dónde mejor que en nosotros puede brillar la luz?
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